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La transición hacia la edificación inteligente redefine la sostenibilidad: ya no basta con reducir consumos y emisiones, también es necesario garantizar calidad ambiental interior para proteger salud, confort y productividad.
Durante años, la construcción sostenible se centró en reducir consumos y emisiones. Hoy, el debate incorpora una perspectiva más amplia: los edificios son espacios donde transcurre la mayor parte de la vida diaria y su calidad ambiental influye directamente en la salud y el bienestar. Se estima que pasamos hasta el 90% del tiempo en interiores, de modo que parámetros como el aire, la luz y la temperatura son determinantes. Altas concentraciones de CO₂ reducen la capacidad de concentración, la falta de luz natural altera los ritmos circadianos y una climatización deficiente incrementa el estrés.
Este enfoque amplía la definición de sostenibilidad. No se trata únicamente de cuánto ahorra un edificio, sino de cómo repercute en quienes lo habitan. La edificación condiciona rendimiento y salud, y en este contexto la tecnología adquiere un papel clave.
Los sistemas conectados han transformado la gestión de los espacios. Sensores que controlan la calidad del aire, luminarias que se ajustan a la luz natural o climatización que responde a la ocupación convierten los edificios en entornos dinámicos. El resultado: aire más limpio, climatización adaptada y eficiencia energética sin pérdida de confort.
El Barómetro de Edificios Saludables 2024 subraya la urgencia de avanzar en rehabilitación y calidad ambiental interior. En Europa, una de cada cuatro personas vive en edificios con mala calidad del aire y un 3% carece de iluminación natural adecuada. Además, la tasa de rehabilitación profunda es del 0,2% anual, muy por debajo del 3% recomendado, lo que aleja los objetivos de eficiencia marcados por la Unión Europea.
A ello se suma un desfase estructural en compromisos climáticos: las emisiones de los edificios superaron en un 18% los objetivos fijados para 2020, mientras la inversión acumulada en rehabilitación quedó un 40% por debajo de lo previsto. Estos indicadores reflejan la falta de alineación con el European Green Deal y sus consecuencias en productividad y absentismo laboral.
El sector apuesta por la interoperabilidad entre sistemas como vía para escalar el modelo de edificio saludable y resiliente. Estándares abiertos como KNX o Matter permiten integrar electrificación, automatización y gestión de la calidad ambiental en un mismo ecosistema, garantizando además ciberseguridad mediante cifrado extremo a extremo.
Herramientas de gestión integral como ABB i-bus KNX o ABB Cylon coordinan ventilación, calefacción y refrigeración, ajustando caudales y consumos en función de la ocupación o de los valores de temperatura y humedad detectados por sensores. La pantalla de control ABB OneTouch 7” centraliza funciones de climatización, iluminación, persianas y seguridad, acercando estos sistemas tanto al ámbito residencial como terciario.
La combinación de estándares y soluciones permite que un edificio funcione como un “organismo vivo”: los sensores regulan la ventilación en tiempo real, las plataformas de gestión equilibran confort y costes energéticos y el mantenimiento predictivo reduce averías.
El crecimiento urbano previsto obligará a disponer de infraestructuras capaces de atender una mayor demanda sin incrementar emisiones ni comprometer la salud. La clave está en diseñar espacios inteligentes, adaptables y electrificados, capaces de evolucionar con el entorno y de mejorar la calidad de vida en las ciudades.