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Gestionar el confort térmico en oficinas es un reto recurrente en entornos laborales, especialmente durante los meses de calor.
La temperatura en el entorno laboral es un factor que incide directamente en el confort, la productividad y el ambiente entre los equipos. Sin embargo, no existe un consenso universal sobre cuál es la temperatura ideal para trabajar. En verano, esta disparidad se hace evidente: mientras algunas personas sienten frío y necesitan abrigarse, otras reclaman una mayor refrigeración.
El Real Decreto 486/1997 establece que la temperatura en oficinas debe mantenerse entre 17 y 27 °C, un rango amplio que puede generar diferentes percepciones térmicas entre los ocupantes y provocar tensiones internas si no se gestiona adecuadamente.
La sensación térmica está influida por factores personales como la ropa, el metabolismo, o la ubicación del puesto de trabajo. También inciden variables ambientales como la humedad, la ventilación natural o la orientación del edificio. Estas condiciones afectan no solo al bienestar, sino también al nivel de concentración y al rendimiento laboral.
Para evitar conflictos y promover un entorno de trabajo saludable, es fundamental que las empresas definan políticas claras de climatización, basadas en criterios técnicos y flexibles, que consideren tanto las recomendaciones normativas como las necesidades reales de los usuarios.
Una de las estrategias más efectivas para mejorar el confort térmico en oficinas es la sectorización de la climatización. Este enfoque permite dividir el sistema HVAC en zonas independientes, ajustando la temperatura en función del uso, la ocupación y las características arquitectónicas de cada área.
“Uno de los grandes beneficios de la sectorización es su capacidad para adaptarse a los distintos perfiles y actividades dentro del mismo edificio. No es lo mismo una zona de concentración individual, donde mantener una temperatura constante es clave, que una sala de reuniones con gran afluencia de personas, que genera más calor y requiere mayor ventilación”, explica Albert Peñarroya, Gerente Técnico de Mantenimiento y Capital Projects en ISS España.
Además de mejorar el confort, esta solución contribuye a una gestión energética más eficiente, al evitar el uso innecesario de recursos en zonas vacías o de baja ocupación, lo que reduce el gasto operativo y prolonga la vida útil de los equipos.
La sensorización permite obtener datos en tiempo real sobre variables como temperatura, humedad relativa, niveles de CO₂, calidad del aire o ocupación. Estos datos se utilizan para que los sistemas de climatización y ventilación se ajusten automáticamente, respondiendo con precisión a las condiciones del momento.
Este tipo de gestión favorece entornos más saludables, al garantizar una adecuada renovación del aire y evitar la acumulación de contaminantes, al tiempo que mejora el confort térmico y optimiza el consumo energético.
Según el informe Evolving Workplaces, elaborado por ISS a partir de las opiniones de casi 11.000 profesionales de 12 sectores en 15 países, el diseño del entorno de trabajo tiene un impacto directo en la productividad y en la motivación del personal. En el caso de España, el 84% de los encuestados considera prioritario que su lugar de trabajo incorpore iniciativas sostenibles.
La implementación de tecnologías como la sectorización de la climatización o la sensorización ambiental responde a esta demanda, al ofrecer soluciones que mejoran el bienestar y reducen la huella energética.
“Trabajar en un entorno confortable, bien gestionado y energéticamente eficiente no solo mejora el día a día de quienes habitan ese espacio, sino que también refuerza su sentido de pertenencia a una empresa que se alinea con sus valores”, concluye Albert Peñarroya.
Las empresas que apuestan por optimizar el confort térmico en oficinas, incorporando tecnologías inteligentes y medidas de eficiencia, no solo mejoran la experiencia de sus equipos, sino que se posicionan como organizaciones comprometidas con el medioambiente y con el futuro del trabajo. El reto no es solo crear espacios funcionales, sino también éticos, medibles y sostenibles.